Este artículo denuncia la
manipulación de un artículo del profesor Navarro publicado en la revista
SISTEMA hace un año y que ha sido ampliamente distribuido recientemente
tras ser manipulado su texto. El artículo también hace una llamada a la
movilización para denunciar y prevenir tales hechos que dañan
enormemente a las fuerzas progresistas de este país tal como el artículo
documenta.
Uno de los hechos que más me afectó
cuando, tras muchos años de haber tenido que ausentarme por razones
políticas de nuestro país, volví a integrarme a la vida académica y a la
vida política española (mis áreas de trabajo y conocimiento son las
ciencias políticas y sociales y la economía política), fue ver en
primera persona las consecuencias que cuarenta años de dictadura habían
dejado en la escasamente desarrollada democracia española. La cultura
política reproducía con excesiva frecuencia comportamientos
antidemocráticos con una abundancia de insultos y manipulaciones (sin
límites y frenos) que, aún siendo mucho más frecuentes entre las fuerzas
conservadoras (herederas de los estamentos y grupos sociales
beneficiarios de la dictadura y todavía muy influyentes en los aparatos
del Estado) también aparecía entre sectores de las izquierdas. Estos
comportamientos empobrecían y continúan empobreciendo enormemente la
democracia, ya en sí tan limitada, que existe en España. Ni que decir
tiene que en otros países donde he vivido (Suecia, Gran Bretaña y EEUU)
también ocurren ejemplos de tales comportamientos (mucho más en EEUU que
en Suecia o la Gran Bretaña, pero, en general, son menores y menos
frecuentes que en España, donde alcanzan niveles extremos (y que
considero asfixiantes).
Todo esto sirve como prólogo a lo que voy a contar. En octubre del año
pasado escribí un artículo en la revista Digital Sistema titulado “El
fraude, la Banca, y el The New York Times” en el que citaba al The New
York Times en su estudio del fraude fiscal en España y la tolerancia
existente en el Estado hacia tal práctica realizada, entre otros, por
personalidades del sector bancario del país. El The New York Times
citaba el caso de la familia Botín que defraudó a fisco español sin que
ello hubiera conllevado consecuencias para tal familia. Y así lo
reproduje en mi artículo, en el que centraba mi crítica en el
comportamiento fraudulento de la banca. Tal artículo mío, publicado ya
hace un año, pasó sin pena ni gloria, prácticamente desapercibido no
solo en los medios escritos de mayor difusión sino también en los medios
digitales y en la red.
Ahora bien, hace solo unas semanas un lector de mi blog me notificó que
una copia de este artículo había aparecido de nuevo y estaba siendo
distribuido ampliamente en la red, habiendo sido reproducido en muchas
revistas digitales de la izquierda radical. El lector, en su nota, me
dijo que le había alarmado recibirlo porque leyéndolo vio algo que le
hizo sospechar que era una manipulación. Decía el lector que una parte
del texto no encajaba ni con el estilo ni con la narrativa que suelo yo
utilizar. Es más, decía él, en el artículo mío original yo centraba mis
críticas en los banqueros, mientras que en el artículo que él recibió
aparecía una larga lista de supuestos defraudadores, lista que incluía
políticos conocidos, la mayoría de los cuales eran de sensibilidad
conservadora. Contrasté inmediatamente la copia que el lector había
recibido y que me había enviado con la copia original de mi artículo del
2011 colgada en mi blog. Y pude cpmprobar que sí que se había
manipulado el texto. Un canalla (y no hay otra manera de definirlo)
introdujo su propia lista de supuestos defraudadores del fisco,
añadiéndola a la lista de banqueros que yo y el The New York Times
citábamos. Poniendo tales nombres en mi artículo, el canalla quería
utilizar la credibilidad que ofrece mi firma para dar la impresión de
veracidad a lo que él o ella falseaba.
Me indignó y denuncié tal manipulación en mi blog escribiendo a las
revistas que habían publicado tal artículo exigiendo su retirada con una
nota correctora lo cual varias hicieron. Naturalmente, solo escribí a
aquellas revistas que conocía que habían sido cómplices, sin saberlo, de
tal canallada. Pero el hecho es que esta falsa y manipulada versión de
mi artículo se ha distribuido extensamente consiguiendo así lo que tal
canalla quería –difundir falsa información- lo cual me lleva a hacer la
siguiente reflexión.
Existe demasiada laxitud en el comportamiento editorial de gran número
(no todas) de revistas digitales de la izquierda radical que están
dañando enormemente a las izquierdas, haciéndoles perder credibilidad.
La evidencia es bastante extensa. Constantemente se publican datos, sin
suficiente verificación, o se reproducen artículos sin citar el lugar de
su publicación y/o sin autorización de los autores, y se citan a
personas sin transcribir correctamente lo que tal persona ha dicho y así
un largo etcétera. Se me dirá con razón que lo mismo ocurre en la
mayoría de revistas y medios (mucho más frecuentemente en los medios de
derechas que en los de izquierdas). La generalización de tales prácticas
(junto con la enorme cantidad de insultos, sarcasmos, notas ofensivas, y
continuo sectarismo) es precisamente un indicador de la baja calidad de
la democracia limitadísima que este país tiene. Pero las izquierdas no
pueden permitir en su seno que se reproduzcan las prácticas que
masivamente se presentan en los medios de derechas de este país. El
coste de estas prácticas es excesivamente elevado.
Un claro ejemplo de este coste es lo que ocurrió hace unos días en la
Cámara de los Diputados de las Cortes Españolas, durante la presentación
por parte del diputado Sabino Cuadra del partido Amaiur, de una moción
sobre “la necesidad de abordar una política que impulse decididamente el
reparto de las riquezas y rentas existentes en nuestra sociedad”, un
tema de enorme importancia hoy en España. En la defensa de su moción,
durante el debate que siguió a su presentación, el Sr. Sabino Cuadra me
citaba a mí como fuente de la información sobre defraudadores del fisco
por parte de figuras conocidas en el mundo político, indentificadas con
nombre y apellidos, que habían aparecido en el artículo manipulado
ampliamente distribuido en la red al cual me refiero en la primera parte
del artículo. Ni que decir tiene que creó gran revuelo en la Cámara.
Varios Congresistas sin embargo, le señalaron al Sr. Sabino Cuadra a
nivel personal que tal información era falsa pues habían leído en mi
blog mi denuncia de aquella manipulación canallesca de mi artículo. El
Sr. Sabino Cuadra me escribió al día siguiente una carta de disculpas,
reconociendo que se había equivocado utilizando la información provista
en el infame artículo manipulado, en lugar de utilizar la versión
auténtica original, aceptando mi crítica de que nunca tenía que haber
hecho tal grave acusación sin comprobar la veracidad de la acusación
conmigo o con mi blog. El daño, sin embargo, se había hecho y aun cuando
me consta que el partido Amaiur ha hecho un comunicado pidiendo
disculpas a mí y a los injuriados en sus declaraciones, el hecho es que
tal error ha tenido y puede continuar teniendo costes políticos
elevados, pues tales errores se utilizan para desacreditar a las
izquierdas. La intoxicación mediática tiene este fin: dañar a las pocas
voces críticas que existen tanto en el mundo académico como en el mundo
político cuestionando su credibilidad, el activo más importante para
cualquier voz que está en una situación minoritaria. De ahí que las
izquierdas debieran ser las primeras en exigir rigor en sus revistas y
comunicaciones, previniendo prácticas como las aquí denunciadas.
A lo largo de mi larga vida profesional, he intentado ser muy
autoexigente en cuanto a los datos que utilizo, pues soy consciente que
los muchos adversarios que analizan mis escritos con lupa, intentarán
destruirme si pueden encontrar un error. De ahí que casi nunca, en su
campaña de descalificación personal, se centran en los datos. Esta
práctica me permite exigir que, por el bien de las fuerzas progresistas
de este país, las fuerzas progresistas, partidos políticos, sindicatos y
movimientos sociales denuncien con toda contundencia tales
manipulaciones tomando las medidas necesarias que prevengan la difusión
involuntaria de tales canalladas. Yo puedo controlar mis datos pero no
aquellos que se manipulan en mis escritos o que se me atribuyen
erróneamente. Contra esto no hay nada que pueda hacer, excepto
denunciarlo cuando sé de su existencia. Tengo que pedir a las personas
con sensibilidad democrática que lo denuncien también, y tomen medidas
para que tales comportamientos se extirpen en este país.
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